La ciudad de Tánger, de 394 km cuadrados y una activo puerto, se encuentra situada en el extremo noroccidental de Marruecos en la entrada del Estrecho de Gibraltar desde el Océano Atlántico. Desde tiempos remotos ha sido una zona de paso y de mezcla de cultura e intereses económicos. Ello supuso el desarrollo de una cultura donde convivieron la tres grandes religiones monoteístas y sus culturas. En la hemeroteca se encuentras pruebas de ello: diarios que felicitaban a sus lectores las fiestas de Pascua, ya fuera el Aid el Kebir, el Pessah o la Resurrección. Se recordaba el calendario de cada religión o se anunciaban los horarios de celebraciones y rezos. Igualmente la mezcla de celebraciones, edificios de culto o de reunión era algo cotidiano y normal (Según Ignacio Alcaraz, trabajador de la administración internacional, en 1950 llegaron a haber 15 sinagogas, trece mezquitas y seis templos cristianos).
Su privilegiada situación estratégica ha marcado el devenir de pueblos que han dominado el enclave como forma de controlar el tráfico marítimo en la puerta del Mediterráneo. En los inicios del siglo XX el kaiser Guillermo II se pronunció en 1905 a favor de la independencia e integridad territorial de Marruecos. Esa intervención provocó un aumento de la tensión internacional que llevó a la convocatoria de la Conferencia de Algeciras en 1906 y al establecimiento de la protectorado hispano-francés con los acuerdos de 1912. No sería hasta el 18 de diciembre de 1923 cuando se definió el estatuto internacional de Tánger con la firma del acuerdo entre trece potencias, el establecimiento de una cámara legislativa y el nombramiento de un Mendub o representante del Sultán, que estaba bajo protección francesa, al menos seis monedas oficiales y un sistema de correos controlado por España, Francia y Gran Bretaña.
Esta situación dio origen a una economía artificial fundada en en todas la formas de especulación (sobre todo de oro y de divisas), tráficos ilícitos (contrabando, sociedades pantalla), y a una dependencia del exterior y de las importaciones debido a que su accidentada orografía y su húmedo clima explican el dominio de las explotaciones forestales.
Desde el momento del reparto de Marruecos, España se quejó del exiguo territorio que le había correspondido y las reivindicaciones sobre la ciudad fueron continuas, sobre todo en época de Primo de Rivera. Posteriormente pasaron a ser un elemento tradicional en el discurso del africanismo reivindicativo o imperialista español, como lo demuestran las obras de Tomás García Figueras, la prensa africanista de corte militar o el libro de Areilza y Castiella, Reivindicaciones de España. En 1940 la ciudad contaba con unos 61.000 habitantes, de los que 14.000 eran españoles, 18.000 eran europeos de diversas nacionalidades (contando con un par de miles de británicos), 7.000 judíos y 36.000 musulmanes nativos
El 10 de junio de 1940 entraba Italia en guerra y el 14 de junio, en el mismo momento que las tropas alemanas ocupaban París, unos cuatro mil askaris de la Mehal-la Jalifiana de Tetuán, al mando del general Yuste, cumpliendo órdenes directas de Franco, cumplían un anhelado sueño y ponían las bases de un futuro imperio en el Mediterráneo occidental y el norte de África. con el beneplácito franco-británico. En dos horas ocupaban los puntos vitales de la ciudad a la par que una columna de desembarco a bordo de un minador se hacía con el control del puerto. Inicialmente se comunicó que iba a ser temporal y en nombre del Sultán.
Inmediatamente se ponía en funcionamiento una campaña para justificar la acción a la par que España pasaba de una situación de neutralidad, a la de "no beligerancia". Beigbéder, ministro de Asuntos Exteriores, el general Ponte, jefe militar de las tropas de Marruecos y Asensio, Alto Comisario de la Zona de Protectorado. Entre los motivos que adujeron las autoridades franquistas estaban, por una parte, el mantenimiento del orden en la ciudad y asegurar su neutralidad. Por otra estaba la necesidad de gobernar una ciudad cuyos representantes en el gobierno estaban enfrentados en la guerra y sólo dos países no habían entrado en ella, Portugal y sobre todo España, y ésta tenía la responsabilidad de velar por la observancia de los tratados, e incluso evitar la invasión de algún otro país contendiente, por ejemplo Italia. Por ello España ejercía un gran servicio. En otro sentido, se aludió a la necesidad de actuar en contra de las actividades de elementos rojos y pro-republicanos.
Por ello las autoridades y ciudadanos británicos fueron cuidados y atendidos al efecto. Y Gran Bretaña, junto con Francia, a pesar de la división, desarrollaron una política de inactividad, incluso de apaciguamiento y entendimiento con las autoridades franquistas.
La ocupación de la ciudad era también el paso previo para un proyecto más grande: la formación de un imperio colonial a costa del Marruecos francés Orán, Gibraltar y la ampliación de las fronteras en Guinea Ecuatorial. Beigbéder llegó incluso a proponer a Franco la ocupación de las cabilas fronterizas con el protectorado francés reclamadas por desde antaño por España. El hundimiento de este país llegó incluso a ser un factor tenido en cuenta por las potencias aliadas, sobre todo, Gran Bretaña y su política de apaciguamiento.
E incluso se jugó la carta de colaborar con las potencias fascistas, pero el choque de intereses entre Mussolini y Franco, la debilidad del país y el resquemor nazi frenaron esta apuesta, entre otras cosas. Pero, a pesar de las apariencias, y de la campaña franquista al efecto, Hitler consideraba que España era un lastre más que una ventaja para los intereses del Eje, y prefería no desairar ni a Italia ni a la Francia de Vichy.
Las autoridades franquistas dieron todas las facilidades a los alemanes para el uso de las instalaciones del territorio o la actividad de sus agentes y espías; y se aprovecharon de las ayudas de los británicos, que finalmente apostaron por mantener unido el imperio colonial francés. Incluso en el mismo momento de la anexión de la ciudad, el 3 de noviembre de 1940, un incidente entre un submarino italiano y un torpedero británico, se saldó con la ayuda al primero, para ser reparado, a pesar de la neutralidad de la ciudad.
E incluso se jugó la carta de colaborar con las potencias fascistas, pero el choque de intereses entre Mussolini y Franco, la debilidad del país y el resquemor nazi frenaron esta apuesta, entre otras cosas. Pero, a pesar de las apariencias, y de la campaña franquista al efecto, Hitler consideraba que España era un lastre más que una ventaja para los intereses del Eje, y prefería no desairar ni a Italia ni a la Francia de Vichy.
Las autoridades franquistas dieron todas las facilidades a los alemanes para el uso de las instalaciones del territorio o la actividad de sus agentes y espías; y se aprovecharon de las ayudas de los británicos, que finalmente apostaron por mantener unido el imperio colonial francés. Incluso en el mismo momento de la anexión de la ciudad, el 3 de noviembre de 1940, un incidente entre un submarino italiano y un torpedero británico, se saldó con la ayuda al primero, para ser reparado, a pesar de la neutralidad de la ciudad.
Puerto de Tánger
Desde principios del mes de noviembre de 1940, se desarrolló un proceso de españolización, desde las instituciones, despidiendo a los funcionarios extranjeros, cerrando la asamblea legislativa y nombrando al general Yuste, gobernador de la ciudad (obligando al jalifa a deponer al Mendub, expulsándolo del territorio); hasta la vida diaria, dictándose normas de tráfico idénticas a las españolas, obligando al uso del español en los comercios en anuncios y letreros y se renovó la circulación de la peseta. Incluso se desarrolló un intenso proceso de censura de prensa y otro de propaganda germano-italiana, que llegó incluso a afectar a los líderes nacionalistas, que fueron pagados con importantes sumas de dinero de Alemania. Incluso se llegó a temer un proceso de represión semejante al que se había desarrollo en la península con la contienda que había finalizado en 1939. Tal fue el proceso de españolización que la ciudad retrocedió desde el punto de vista cultural e incluso económico, que degeneró en un problema crónico de inseguridad.
Desde principios del mes de noviembre de 1940, se desarrolló un proceso de españolización, desde las instituciones, despidiendo a los funcionarios extranjeros, cerrando la asamblea legislativa y nombrando al general Yuste, gobernador de la ciudad (obligando al jalifa a deponer al Mendub, expulsándolo del territorio); hasta la vida diaria, dictándose normas de tráfico idénticas a las españolas, obligando al uso del español en los comercios en anuncios y letreros y se renovó la circulación de la peseta. Incluso se desarrolló un intenso proceso de censura de prensa y otro de propaganda germano-italiana, que llegó incluso a afectar a los líderes nacionalistas, que fueron pagados con importantes sumas de dinero de Alemania. Incluso se llegó a temer un proceso de represión semejante al que se había desarrollo en la península con la contienda que había finalizado en 1939. Tal fue el proceso de españolización que la ciudad retrocedió desde el punto de vista cultural e incluso económico, que degeneró en un problema crónico de inseguridad.
Sidi Larbi Tensamani, pacha del Jalifa en Tánger, nombrado por presión de las autoridades españolas.
El general Yuste disolvió el Comité de Control, la Asamblea legislativa y la Agencia Mixta de Inteligencia, en primer lugar. El 9 de noviembre se suprimió la gendarmería y se hicieron los preparativos para ocupar la zona francesa marroquí.
La heredera al trono de Francia, la duquesa de Guisa, visitó Tánger durante la ocupación vestida con la camisa de Falange, en la que le fue impuesta una condecoración.
En este nuevo contexto en que se desarrolló el Tánger franquista la cultura se basaba en la imitación o el peloteo (una joven fue condecorado por Pilar Primo de Rivera por escribir una redacción en la que señalaba que quería ser como ella) o de corrupción (los empleados del Banco de España sacaron el oro en un ataúd simulando el fallecimiento de uno de ellos).
En el mismo instante de la anexión al Protectorado (13 de noviembre de 1940) se desarrolló una intensa campaña germanófila, coordinada por el Alto Comisario del momento, el general Asensio y el secretario de la Alta Comisaría, Tomás García Figueras. Se devolvió el edificio del consulado alemán perdido en los acuerdos de Versalles, que se convirtió en el principal centro de espionaje y propaganda nazi hasta mayo de 1944, y se creo un consulado japonés, ambos elementos contravenían el acuerdo de 1923.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCl6LEQI9gM4hLD8jSJw0hoOg1D4G46cjktVkLPgmku3W3vqqq_Ax4BeEP_24LSFmgodRZwkXk6f7YNuThCATFXTKucXMpkf-YZyYgVDacViqQEgreufWetzOkI0pCHYihBHxqvyWnIbB/s320/Consulado+Falange+espa%C3%B1ol+de+Tanger.jpg
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCl6LEQI9gM4hLD8jSJw0hoOg1D4G46cjktVkLPgmku3W3vqqq_Ax4BeEP_24LSFmgodRZwkXk6f7YNuThCATFXTKucXMpkf-YZyYgVDacViqQEgreufWetzOkI0pCHYihBHxqvyWnIbB/s320/Consulado+Falange+espa%C3%B1ol+de+Tanger.jpg
Consulado español y sede de Falange, en Tánger.
Gran Bretaña, en el contexto de su política de apaciguamiento, también decidió colaborar en el sostenimiento económico, a pesar de algún intento de sabotaje, las restricciones de prensa y de movimientos a sus súbditos, lo que no evitó que asistieran sus representantes a las ceremonias oficiales. Esta política era una manera de que España no entrase en guerra, a cambio de una previsible ayuda económica nazi. Gran Bretaña hizo todo lo posible por garantizar el abastecimiento de la ciudad, incluso negociando con sus aliados o Portugal. Flexibilizó el tráfico comercial y envió un buque mensual con productos textiles, jabón, te y azúcar. Llegó a abastecer de petróleo a la España franquista con el temor de que lo pudieran ceder a los nazis. Pero el desabastecimiento fue la norma general ya que los productos eran revendidos fuera de la ciudad, por ser más lucrativo.
http://alfonsopozacienciassociales.wikispaces.com/file/view/Torch-troops_hit_the_beaches.jpg/53009676/Torch-troops_hit_the_beaches.jpgDesembarco aliado en el norte de África.
El desarrollo de la operación Torch, es decir, el desembarco aliado en el norte de África trajo diversas consecuencias: el aumento de la influencia alemana sobre las autoridades españolas y la llegada de un mayor número de efectivos para la defensa de la ciudad: se elevaron a siete el número de divisiones, se unieron dos regimientos de artillería y un regimiento de 58 carros de combate, además de varios Batallones de Trabajadores Penados. Pero produjo el fortalecimiento entre los lazos de los líderes nacionalistas y la creación de un discurso pan-marroquí.
La derrota del Eje motivó el desarrollo de negociaciones para el establecimiento de un nuevo Estatuto en Tánger. En agosto de 1945 tuvo lugar una conferencia en París en la que intentó estar el ministro de Exteriores de la República en el Exilio, Fernando de los Rios, sin lograrlo, al igual que las autoridades franquistas. Se restableció el Estatuto de 1923 con algunas modificaciones, por ejemplo la reducción de la influencia de Francia y sobre todo España (que perdió el mando de la gendarmería). En octubre de 1945 las tropas jalifianas abandonaron la ciudad, y fueron sustituídos por gumiers francomarroquíes. Las potencias aliadas decidieron mantener la Zona de Protectorado español, sobre todo para evitar cambios en la política española, tal y como había ocurrido en el debate sobre el lugar del desembarco. Se quería evitar el paso de tropas alemanas por suelo español. Sin embargo, se permitió el regreso de opositores, o se readmiteiron antiguos funcionario depurados, y se cerraron órganos de prensa franquistas.
El 9 de abril de 1947, quizá a propósito, Mohamed V eligió la ciudad de Tánger para su discurso con el que renacería la conciencia nacional marroquí.
Para saber más:
Sueiro, Susana "La incorporación de Tánger, una
batalla perdida de la diplomacia primorriverista" o el siguiente enlace: http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFSerie5-10375E6E-052F-CD99-2617-66D1EB54ACA2&dsID=PDF
Bibliografía:
VV.AA. "España en África. Un siglo de fracaso colonial". Sobre todo el artículo de Antonio Marquina Barrio De las pretensiones al naufragio (1939-1956).
Ros Agudo, Manuel "La guerra secreta de Franco"
Sueiro Seoane, Susana “La política exterior de España en los años veinte: una política mediterránea con proyección africana”, en Javier Tusell, Juan Avilés, Rosa Pardo (eds): La política exterior de España en el siglo XX. UNED/Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, pp. 135-157
Mees, Ludger "El bulo (mundial) del caudillo", Artículo de El País, domingo 24 de octubre de 2010.
Novela histórica:
Fortes, Susana "Fronteras de arena". Novela de intriga, detectivesca y de corte histórico ambientada en las conspiraciones y el juego de espionajes que provocaron el colapso de la República, pero que nos permite ver el ambiente de la ciudad.
Dueñas, María "El tiempo entre costuras", novela de corte histórico ambientada en la guerra civil y la segunda guerra mundial y transfondo geográfico en el protectorado español y la ciudad de Tánger principalmente.
Memorias
Alcaraz Cánova, Ignacio "Entre España y Marruecos. Testimonio de una época: 1923-1975"
Memorias
Alcaraz Cánova, Ignacio "Entre España y Marruecos. Testimonio de una época: 1923-1975"
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gustaria buscar la biografía de mi tío abuelo en el tanger de los 50, Francisco cano marchena. Doble agente franquista
ResponderEliminar